A veces, la vida da un vuelco inesperado y te zarandea para que no te confíes.
Te enseña los colmills más feroces y las garras que son capaces de arrancar parte de tu seguridad.
A pesar de ello, hoy me he levantado con la sensación de que alguien amortigua mi dolor y convierte esas garras en caricias, esos colmillos en besos...
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